El fruto del adiós
Fue un adiós el final, de nuestros días,
al aliento perfecto de la vida,
de nuestro corazón dulce bebida,
que alimentaba el fuego en las más frías
tardes de soledad, donde aprendías
a tejer del amor pasión cumplida,
así en mi despertar de la mentida,
perdía de mis sueños alegrías,
sabía presentir que en nuestras vidas
se agotaba aquel fuego en que vivías.
Y en nuestros corazones, con floridas
ilusiones, pasiones consentidas,
tú en tu vaso de cera recogías,
el fruto del amor que me pedías.
30/9/14 j.ll.folch
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